¿En dónde ven películas los grandes empresarios del transporte en Colombia? Con seguridad hay un lugar en que no lo hacen: los vehículos de su propiedad.
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Subirse a un transporte intermunicipal en nuestro país es caer bajo la dictadura estética de los conductores y sus ayudantes. La devoción de estos por Steven Seagal, Dwayne Johnson y Jean Claude Van Damme es tan grande que si estos supiesen de ella se vendrían a vivir felices en un bus colombiano.
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Aunque no se dispone de estadísticas sobre los espectadores viajeros, se sabe que en cada trayecto terrestre que supere las cuatro horas de duración se proyecta una película. Una vez el pasajero se acomoda, alguien viene desde la cabina a colocar en el televisor una desgastada cinta cuyo color oscila entre el sepia y el verde. El altisonante y repetitivo ruido de golpes, chirridos de autos y disparos amenizará su viaje hasta alcanzar su destino.
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Estas cintas tienen tres componentes insustituibles: violencia armada, violencia verbal y violencia sicológica. Ellas suelen reiterar la lucha arquetípica y elemental entre el mal y el bien, un bien que para preservar el orden establecido tiene la facultad de situarse por encima de las normas.
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Existe un decálogo de lugares comunes de este tipo de películas: los malos tienen mala puntería, el villano nunca se muere a la primera, los tipos duros no se inmutan ante las explosiones, los protagonistas siempre salen ilesos de los accidentes de autos, el jefe del héroe nunca aprueba sus métodos, las balas nunca se agotan, las tarjetas de crédito pueden abrir cualquier puerta, se puede resucitar con un beso, el bueno siempre usa todos los inventos y los paracaídas son para los cobardes.
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¿Qué hacer para encontrar una salida a los pésimos filmes que se presentan en los vehículos de transporte terrestre en Colombia?
Algunas empresas transportadoras se han dirigido al Ministerio de Cultura en busca de orientación para regularizar su situación..Esta dependencia las remite a las firmas distribuidoras legalmente acreditadas y una o dos compañías transportadoras han logrado acuerdos con aquellas. Sin embargo, aun cuando este acuerdo se logre, algunos conductores imponen sus preferencias a los pasajeros, y no proyectan las de otros géneros como el de romance, drama o familiar, a pesar de que ellos mismos no puedan verlas desde la cabina.
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Algunos ciudadanos proponen una especie de programa de maletas viajeras que promueva el cine nacional y forme público entre los viajeros. La solución no es fácil desde lo jurídico y lo económico. La Ley de Cine no considera a los buses como auténticas salas de exhibición, y el formato DVD o video-home es solo para proyectarlo en casa. Aunque los pasajeros desean entretenimiento adicional hay que pagar derechos, pues el dinero que entregan solo cubre su propio transporte.
Todo indica que en los vehículos de transporte intermunicipal habrá malos filmes para rato. Quizás lo que no puede hacer hoy la normatividad lo hará la tecnología en el futuro. El formato DVD pronto desaparecerá, y ello puede llevarnos al empleo de señales codificadas desde una central que permita a los conductores de los vehículos acceder a una programación controlada desde una central.
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Ello no garantizará una mejor calidad de lo que veremos si no formamos público y tenemos mejores producciones, pues como dijera Billy Wilder: “Los buenos guiones son importantes, los cineastas no son alquimistas. No se pueden convertir los excrementos de gallina en chocolate”.
Por Weildler Guerra C.
wilderguerra@hotmail.com
elheraldo.co
Y esto que sentido tiene si hoy en dia con tanta tecnología ya ni es necesario un DVD en un bus pues dada pasajero lleva su propio objeto tara hacer, ver o escuchar lo que quiera, la verdad su publicación no tiene sentido en verdad hay mejores temas.
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